Zidane se movía con la armonía de un solo ser con el balón. Cada gesto suyo era pura maestría y sofisticación técnica, él orquestaba el juego con pasión desbordante. Sus pases eran una obra de arte, como https://kiarapniv554420.liberty-blog.com/38770425/el-cabezazo-de-zidane-que-marcó-la-final-del-mundial